El lobbying, una práctica destinada a influir en las políticas públicas, tradicionalmente ha tenido una connotación más que negativa, pues se han sucedido con cierta frecuencia los casos de corrupción y acceso desigual a las fuentes reguladoras.
Las organizaciones llevan años trabajando en su comunicación corporativa, tradición que no existe en el área de los asuntos públicos, por lo menos en España. Trasladar los principios éticos y transparentes de la comunicación corporativa, al ámbito de los asuntos públicos, muy vinculado al lobbying, podría transformar esta actividad en una herramienta mucho más responsable y beneficiosa para la sociedad en general.
En este artículo, exploraremos cómo la integración de la comunicación corporativa en ciertas prácticas de asuntos públicos, como lo es el lobbying, puede fortalecer la estrategia de las organizaciones en el ámbito público, fomentando la transparencia, la participación y la legitimidad.
En primer lugar, ¿Qué es el lobbying?
El lobbying es una práctica que implica la interacción entre organizaciones o grupos y funcionarios gubernamentales con el propósito de influir en las políticas públicas. A menudo asociado en exclusiva con la defensa desconsiderada de intereses empresariales, el lobbying puede ser una práctica legítima y valiosa cuando se lleva a cabo de manera transparente y equitativa. Sin embargo, como mencionabamos anteriormente, su reputación ha sido empañada por riesgos de corrupción y acceso desigual a los procesos reguladores.
La evolución de los asuntos públicos y su nexo con la comunicación corporativa
A medida que crece la práctica de los asuntos públicos en España, las organizaciones van reconociendo la creciente convergencia entre los públicos institucionales y generales. Esta tendencia puede atribuirse en parte a la influencia de las redes sociales, que han facilitado una mayor interacción entre los actores públicos y privados, así como entre los diversos públicos; derribándose barreras hasta ahora insalvables.
Por este motivo, la comunicación corporativa cada vez es más valorada a la hora de construir reputación ante las instituciones y establecer relaciones sólidas con los poderes públicos. Este enfoque integral, bien trabajado, puede dar lugar a una estrategia de comunicación 360º, que promueve la transparencia y la cohesión entre los diversos actores involucrados; a la vez que mejora la imagen de los lobistas, que, repetimos, no tienen por qué tener oscuras intenciones.
Beneficios de una Estrategia 360º Comunicación Corporativa – Asuntos Públicos
Al trasladar los principios éticos de la comunicación corporativa al lobbying, las empresas pueden educar sobre la importancia y la necesidad de esta práctica tanto para los medios de comunicación como para la opinión pública. Los lobistas pueden ofrecer a los medios y por ende al público en general mucha información que de otro modo desconocerían, evitando un gran número de noticias “tergiversadas” debido a la falta de información o el desconocimiento.
El hecho de que las empresas se rijan por los mismos principios que los de sus estrategias de comunicación corporativa, puede contrarrestar los riesgos asociados con el lobbying, garantizando que las actividades de influencia se realicen de manera ética y equitativa. Incluso, los lobistas, si se rigen por estos principios, podrían en algunos casos luchar por causas justas, que beneficien tanto al tejido empresarial como a la sociedad.
Un buen instrumento para ello, son los medios sociales, pues pueden proporcionar un canal transparente para divulgar reuniones, acuerdos y compromisos relacionados con el lobbying.
Otro de los grandes beneficios de este nexo entre objetivos y principios de la comunicación y el lobby es que, tanto organizaciones, como poderes públicos, rebajan la complejidad de esta práctica y producen mensajes que calan en un público cada vez más homogéneo.
Al integrar las bases de comunicación corporativa actual en la estrategia de asuntos públicos, las organizaciones pueden rebajar la complejidad política, creando un impacto mayor y más rápido; desempeñando además un papel más importante socialmente hablando. Este binomio comunicación-asuntos públicos, dos campos estrechamente relacionados, puede conducir a políticas públicas más justas y equitativas, al tiempo que refuerza la legitimidad y la reputación de las empresas. Con una estrategia 360º que integre principios de la comunicación corporativa como la transparencia y la ética, el lobbying puede convertirse en una práctica más «limpia» y en una herramienta poderosa para todas aquellas empresas que quieran cuidar su relación con «lo público». Los lobistas, en consonancia con la RSC de las empresas, deberían comprometerse a realizar su labor con integridad y honestidad, asegurando la precisión y la transparencia en todas sus comunicaciones.